martes, 27 de marzo de 2007

Inseparables, complementarias

Hallé en la contemplación de sus gestos una devoción febril por el sufrimiento, por la locura. En su estela imperceptible se estancaba la eternidad y el tiempo se perdía en su propia aura viscosa, haciendo del mundo un estanque helado sobre el que resbalar y perder el sentido. Los cinco otorgados se bloqueaban paulatinamente. Ella no se detenía por razones ajenas, y no lo haría jamás. Me supe un siervo de su codicia, pero qué importaba ya. Sólo podía verla desfilar y asumirla como ensoñación, mejor que como un excremento de la vigilia. Se alejaba sin torcer el cuello, sin mirar lo sobrepasado. Se iba. Pero sí, era mejor creerla un vestigio onírico. Justo detrás caminaba una réplica oscura suya, cabizbaja, sombría, hedionda, aunque dulce. La levedad de su devenir enmascaraba el cometido de segar lo que aquella silueta que la precedía había sembrado indiferente, desde la inercia. La una no miraba a la otra, sino a la nada, la otra no miraba a la una, sino al suelo evanescente, y ambas eran tan inseparables y complementarias como las noches y los días. Tras la última, ni un sólo motivo reconocible quedaba. Arrasaba con todo. ¿Tendría también ella un principio y un fin marcados, al igual que la figura cuya sombra interpretaba? En el instante de despedir a una y dar la bienvenida a la otra, era algo poco importante, pues en efecto la recibí con los brazos abiertos, queriendo abrazar a un ser que debía de odiar cualquier tipo de abrazo. Y aun así aferré sus vestiduras rasgadas cuando pasó de largo, en vano. No podría haberla tocado, nunca, no hasta el momento que ella decidiera. También desapareció en la luz, diluida, tras la primera y bella desconocida, quien empezó a enfundarse el disfraz de mundo que no creí volver a contemplar.

jueves, 1 de marzo de 2007

Por la puerta de atrás

Al final claudicaron -claudicamos- ante De Juana Chaos. El miserable ha sido trasladado a un centro hospitalario de su tierra natal, donde misteriosamente ha recuperado las ganas de comer y seguramente las de matar a más gente. Al menos los responsables materiales han seguido el protocolo aulario de sacar cada cosa por su sitio correspondiente y el asesino ha abandonado el hospital 12 de Octubre por la puerta de las basuras, la archiconocida puerta de atrás, para que de paso no se enterase nadie. No voy a decir nada más porque estoy tocando demasiado el tema político, pero si añadiré que ojalá el mal encarado bufón decida tras su recuperación poner una bomba a su liberador como muestra de agradecimiento. Visto lo visto, voy a empezar a hacer huelgas de hambre para lograr mis objetivos: dejaré de comer hasta que me regalen un piso, un coche, un puesto de directivo y vacaciones pagadas cada verano, y os animo a todos a hacer lo mismo. Una huelga de hambre masiva, a nivel nacional. Menudo titular. De ser así, cobraría tintes de razón aquello de que África empieza en los pirineos, pues además de hienas y buitres por los rincones tendríamos hambruna general. Hoy he leído que hace poco un niño africano de 9 años mintió sobre su edad para poder escalar el Kilimanjaro junto a varios exploradores (la edad mínima son 10 años). Dudo que su alimentación fuese mejor que la de nuestros niños, quienes entre bocado y bocado sólo se preocupan por pelear, fumar canutos, decir tacos y grabar todo ello con sus móviles. Si dejaran de comer tal vez abandonasen estos malos hábitos y les diese por coronar montañas, y nosotros, además de adelgazar, conseguiríamos pagar las letras del coche y la hipoteca mediante el ahorro alimenticio. Por ahora sólo veo ventajas en eso de renunciar a la comida. Si esto empieza y prospera los mandatarios no tardarán en apuntarse el tanto, y entonces decidirán seguir corrompiendo a África enviándole toda la comida inservible para que se vuelvan como nosotros antes de renunciar a ella. Los africanos sobrevivirían a la inanición, sí, pero pronto verían que sólo era un regalo envenenado más proveniente del primer mundo, quien al menos se daría cuenta de que la puerta de atrás de África no era para las basuras, sino para las almas, y que por ello nunca nos enterábamos cuando se iban.