martes, 20 de febrero de 2007

Los desfases hieráticos de cuerpo y alma

Ay, qué horrible puede llegar a ser la mezcla de café e insomnio... Al final estoy usando el blog para hacer tiempo mientras éste último se decide a desaparecer, algo que últimamente se demora demasiado, como antaño. Mi cuerpo parece llevar un horario diametralmente distinto al que debería emplear para amoldarse a las exigencias de la rutina y al ritmo de vida local, y eso me lo estoy tomando como una señal, una sugerencia incluso. Parece querer desvincularse de dicho entorno y se ha autoajustado a otro, situado unos cuantos meridianos más hacia el oeste, así por las buenas. Tengo jet lag sin haber salido de casa. Qué cosas... No sé hasta qué punto esto puede afectar al día a día, pero el caso es que hoy me han dicho algo que ha removido mi conciencia y desconozco si se puede deber al desajuste cognitivo de mi soporte carnal. Hoy alguien me dijo que siempre tengo la misma cara, y al no haber solicitado aun los matices sobre esta afirmación tan superflua como demoledora me siento intrigado respecto a si será verdad. Afortunada o desafortunadamente -no sé cual- no puedo verme el gesto las veinticuatro horas del día, y el ser algo esquivo a los objetos especulares me impide colocarme uno frente al rostro durante tanto tiempo. En cualquier caso, me gustaría probarlo, grabarme la cara un día entero y pasarme el siguiente víendome con un jet lag tan desmesurado como el que padezco. A buen seguro mi faz variaría constantemente al comprobar los resultados. Sería un extrañísimo ejercicio de autoanálisis verme en un espejo sometido a la diferencia horaria, como si el yo que contemplase no fuese el del día anterior, sino más bien el que sería varías franjas terrestres más a la izquierda, igual pero distinto, un alter ego tal vez más feliz que el ego gracias a estar donde al parecer habría de estar. ¿Una visión del pasado en el presente que en realidad es una visión del futuro? También lo desconozco, hoy en día si algo me es inherente, eso es la incerteza absoluta, y todo apunta a que sólo el paso del tiempo ira desvelando el porvenir. Pero qué diablos, en el fondo todo es coyuntural. De todos modos investigaré para ver si mi expresión es tan monótona, y espero que no sea así, porque eso me convertiría en una especie de autómata, y los aborrezco con toda mi alma desfasada. Odiaría parecer un busto, siempre con el mismo semblante, y deduzco que se trataría de uno no demasiado elocuente o expresivo. Además, sólo te hacen un busto cuando te has muerto, lo que sería una pésima señal y un hurto desproporcionado, pues apenas tengo más posesiones apreciadas que la vida. Creo haber descubierto otro miedo más, un nuevo temor: ahora también tengo pánico al hieratismo, y aunque el aspecto de la realidad sólo suele invitar a componer un gesto de proverbial indiferencia, soy de los que piensan que al mal tiempo buena cara. Mientras tanto, sálvese quien pueda...

viernes, 16 de febrero de 2007

Ministros, ministras y otros animales

Bueno, después de dos semanas sin pasarme por aquí observo que esto sigue en orden: desangelado y desértico. He pasado más de un mes amorrado a los apuntes y todo apunta a que ha sido en vano, para mi desgracia, pero en fin, tras largos días de estudio he vuelto para dar guerra, me veo con fuerzas hasta para hablar de política, aunque sólo lo haré de refilón. Me ha motivado a ello el reciente comienzo del juicio por los atentados de aquel largo día once; no sé, esa vitrina llena de gente parece más bien una pecera repleta de pirañas, una jaula de buitres, y resulta curioso ver como todos agachan la cabeza cuando los familiares de los asesinados les miran desde fuera. Entonces ponen ojos de cordero degollado y vuelven a cambiar de forma, pero siguen siendo eso, animales, aunque ahora todos alegan ser inocentes. Siempre lo digo y lo seguiré diciendo: todo lo que sale por la boca de un político me suena a mentira putrefacta, así como toda declaración de un asesino. No sé si unos u otros andan metidos en el ajo -seguramente los dos-, y como va quedando menos para las elecciones generales ambos parecen querer quitarse de encima algunas culpas para volver a ganar o no volver a perder al menos. Me recuerda unos versos de Lorca que dicen: Y que el mar recordó de pronto los nombres de todos sus ahogados... Ese repentino retorno de la memoria está basado en el interés, no me cabe duda, y es pura pantomima, porque redundando un poco, me consta que el único interés que les interesa es aquel emitido por bancos y cajas de ahorro. No, no confío en la justicia lo más mínimo, es la verdad, y menos ahora que nos acaban de cambiar el ministro. No conozco al nuevo pero apenas me inspira nada bueno. Me parece absurda la manía de tener tantos ministros como ministras; tal vez había una mujer mucho mejor preparada para asumir el cargo, pero con tal de no perder la proporción parece ser preferible enchufar a alguien con menos capacidades para ejercer. Si el presidente quiere paridad genérica en el consejo de ministros debería travestirse y aparentar ser mujer durante la mitad de la legislatura, para dar ejemplo. En fin, mejor dejo el tema porque me da nauseas mancharme lo dedos escribiendo de política. A estas horas lo mejor es horizontalizarse y consultar con la almohada qué hacer el resto del día, aunque yo apenas entiendo a la mía, pues es de Ikea y mis conocimientos de sueco son nulos, pero ella y yo dominamos el lenguaje universal del sueño, y así nos comunicamos. Buenas noches...

viernes, 2 de febrero de 2007

Suegras y avestruces

Hace poco leí que había comenzado el juicio por un asesinato cometido a principios de siglo, y hasta aquí todo normal, ya sabemos que ésta, nuestra “justicia”, suele ser lenta cual tortuga maniatada; lo curioso del caso reside en el modus operandi del asesino. El hombre, con su medio siglo largo a cuestas, dormía profundamente cuando se levantó para cometer su tropelía -valiente contradicción-. Fue un ejercicio de parasomnia, según los expertos, un trastorno del sueño que engloba cuatro tipos, de los cuales este individuo eligió un poco de cada uno sin darse cuenta, aunque en mi opinión todo suena a burda excusa, a un montaje. Según él, soñaba que dos avestruces le estaban atacando ferozmente, y claro, presa del pánico, tuvo la idea de enarbolar un hacha y un martillo para defenderse. La mujer y la suegra salieron a su paso, asustadas supongo por el trajín nocturno, y él, en pleno éxtasis aniquilador, acabó con ellas pensando que eran los enormes pajarracos. Lo que me hace sospechar de su verdadera intención es la presencia de la suegra, a quien seguro deseaba dar muerte; la esposa fue un daño colateral, una mártir de la buena causa, es decir, se la cargó para disimular, o quizá, una vez puesto en marcha, pensó que no era tan mala idea matar dos pájaros de un tiro, nunca mejor dicho. A las suegras se las suele comparar con otro tipo de aves, como grullas o pájaros de mal agüero, o incluso con especies de otras ramas, desde zorras hasta víboras, pero... ¿avestruces? Aunque es cierto que a veces se deben tener unos huevos como los de estos animales -u ovarios, seguramente bastante grandes también- para soportar a una suegra. De hecho, el Tribunal de la Rota Romana acaba de incluir a las suegras como motivo fehaciente y suficiente para un divorcio, y si lo dicen ellos es que los topicazos son ciertos. Volviendo al uxoricida-avicida, tras tumbar a las dos mujeres decidió dar buena cuenta de sus retoños. No especificó si también los confundió con avestruces o si pensó que eran pollos de corral, pues atacó con menos ímpetu y, por suerte, la hija sólo sufrió heridas y el hijo logró arrebatarle el hacha. Acto seguido, se defenestró, bien para suicidarse o para huir volando -¿se creería también un pájaro?-, pero aterrizó sobre un coche y sobrevivió. No sabemos cómo se solventará el juicio, si los descerebrados que tomen la decisión creerán una milonga tan pueril y lo dejarán ir, como pide la defensa, o si lo enchironarán. Espero sea lo segundo. También no hace mucho, condenaron a una joven a seis meses de cárcel por arrancarle media lengua a su novio de un mordisco, y ahora el pobre no puede emplear ciertas consonantes, dentales y palatales principalmente. Supongo que romperá con ella, aunque la quiera, porque las discusiones serían imposibles -mira que nos encanta discutir con la pareja- sin poder pronunciar cosas como: ¡Tu madre es un avestruz de mierda!